miércoles, 21 de diciembre de 2011

Texto que escribí para locutar en radio con hotel california de fondo


De eso hace ya mucho tiempo… Tengo que concentrarme, es la primera vez que cojo este autobús y el conductor, al que previamente había pedido ayuda, acaba de avisarme que esta es mi parada. Por fin. Estoy tan nerviosa… Doy las gracias al conductor mientras hago un gesto complaciente con la cabeza e intento componer una sonrisa. Me bajo del bus, por fin aterrizo en tierra prometida.

¿Y ahora qué? Es verdad, tengo un plano que hice a boli deprisa y corriendo antes de salir de casa… Intento descifrarlo pero “dirígete hacia el noroeste por la calle del Amparo” no me es de demasiada utilidad. Echo a andar con la esperanza de llevar la dirección adecuada. Camino entre casas bajas, sobre un desgastado asfalto.  No hay nadie por la calle. Está anocheciendo y el jersey ya no consigue aislarme del frío otoñal. Me encanta recorrer nuevos lugares,  oler aromas rutinarios que no había olido nunca.

Llego a una zona de pisos antiguos. Acierto por fin con la calle y voy fijándome en los números de los portales que a modo de cuenta atrás me indican que cada vez queda menos para llegar a mi destino.

44…42…40…38…Éste es, llamo al telefonillo. Miro la hora en el móvil, llego 10 minutos tarde. Sin respuesta, algo o alguien me abre el portal. Intento tranquilizarme, y me tomo unos segundos para llamar al ascensor. Pulso el botón. Sin respuesta. Otra vez.  Escaleras.

4 pisos más arriba encuentro un pequeño rellano vagamente iluminado por una puerta entornada. Es mi puerta, está esperando a que la cruce… Como una polilla hipnotizada por la luz de una bombilla me adentro en el piso. Es enorme, me llama la atención una nota a mis pies, en el suelo. “Espérame en  la terraza.”

No tenía pérdida, crucé el piso y abrí una de las cristaleras que me llevaban a una terraza que se extendía cual ancho era el piso. Enorme. Me apoye en la barandilla y me dí cuenta que los tonos cálidos del atardecer ya habían dejado entrar en la paleta de colores a los tonos fríos, un azul grisáceo precioso primaba ahora en el cuadro que me pintaba la maravillosa vista que me proporcionaba aquella terraza.

De repente, unos brazos me rodean la cintura, me abrazan…Por fin, tu esencia inunda mis sentidos. Apoyas la cabeza sobre mi hombro y nuestras mejillas se rozan, La tuya cálida y hogareña, la mía callejera. Nos balanceamos tranquilamente, como bailando, durante unos segundos…Hasta que ya no aguanto más. Me giro, despacio, te miro a los ojos, te cuelas en mi alma, casi no puedo sostenerte la mirada, es demasiado bonita…Tus pupilas brillan, como si dentro del cosmos del universo de tus ojos se estuviese produciendo una verdadera lluvia de estrellas. Es maravilloso.

Todo esto me inunda de calidez, me sostengo dentro de una burbuja hiperventilada, y todo a mi alrededor es el vacío. Tú, el todo.



Lo siguiente no lo recuerdo con exactitud. Hubo amor, besos, caricias… En el piso se respiraba sensualidad, aire cargado de sexo y vaho, humo con sabor a hachís. Pero los besos sabían a tequila, ácidos, frescos, locos, vacíos de pensamiento, irracionales, pero cargados de sentimiento. Y no, no hablo de amor puro quizás, hablo del sentimiento de pasión, de experimento, la novedad de una relación con infinitas posibilidades por delante. La sensación de lleno al pensar que tan sólo unos meses antes te encontrabas en otro punto completamente diferente. Era como si durante largo tiempo hubiese estado observando mi vida a través de la mirilla de una puerta o por el hueco de una cerradura…Pero ahora…ahora se me habían abierto de par en par las puertas de la percepción. Sí, como aquel verso del poema de William Blake, hecho célebre por Aldous Huxley y que tanto inspiró a Jim Morrison, cantante de The Doors:

Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito.

Y en el poema de Blake, continuaba…


Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver
todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.
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Hoy lo he leído por primera vez fuera de los estudios de radio...Y yo que sé. Me apetece ponerlo aquí para el que le guste bucear a lo Trainspotting en busca de supositorios.

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